El lobo feroz se despertó desconcertado después de más de cien años de sueño profundo.
-Perdón, Caperucita?
La joven que tenía delante le giró la cara indignada. La torpeza del lobo por entrometerse en su cuento no sólo le había arrebatado el protagonismo, sino la posibilidad de casarse con su príncipe. Ansiosa de venganza, se dirigió a su hada:
-Conviértelo en rana! -Dijo tajante.
Desde entonces, el lobo feroz anda croando por los estanques esperando que alguien lo desencante. Mientrastanto, los cuentacuentos siguen explicando historias que hablan de sus fechorías ante la cara expectante de los niños.
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